La adolescencia es una etapa llena de cambios físicos, psicológicos y emocionales, que muchas veces conllevan un profundo dolor en el o la joven si viven situaciones de violencia, abuso o de enfermedades de salud mental. Algunos consiguen superarlo, mientras que otros pueden recurrir al suicidio como una forma de acabar con su sufrimiento.
Por esta razón, aunque el suicidio se define como el acto de acabar con la propia vida, desde un trasfondo más humano, se debe entender como una estrategia para hacer frente al sufrimiento, señaló el psicólogo clínico Álvaro Valdivia, director de Sentido, centro peruano de suicidología y prevención del suicidio.
“Cuando una persona se siente muy mal y sufre mucho por ello, es posible que intente muchas cosas para que su sufrimiento disminuya. Hay quienes lo consiguen y hay quienes no, por ello, pueden pensar en suicidarse, ya que somos diferentes, y nuestras historias, contextos y estrategias para lidiar con el dolor son distintas”, comentó en el programa Salud y Bienestar.
Por eso es importante hablar de prevención del suicidio porque es un problema de salud pública rodeado de estigmas, mitos y tabúes que radica en la falta de validación emocional y el respeto al sufrimiento, destacó el especialista.
“Tradicionalmente se ha creído que existen emociones buenas o negativas. Pero las emociones son naturales, son sensaciones del cuerpo. Hemos crecido pensando que uno no debe tener celos o envidia, o no hay que sentir tristeza o hay que ser fuerte. Estas creencias son muy perjudiciales”.
Según Valdivia, no se debe invalidar, censurar, cuestionar o comparar las emociones o el sufrimiento de los adolescentes, pues cada persona tiene su propia historia y razones para sentir lo que siente.
Por ejemplo, decir “a mí también me han pasado cosas y no por eso me pongo así”, “debes ser fuerte” o “no es para tanto” es una forma muy común de invalidación y puede resultar traumático en los jóvenes.
Señales de alerta
Las vivencias personales son distintas en cada uno de nosotros. Por ello, identificar un riesgo suicida amerita una observación e interés empático que debe ser siempre personalizado. No obstante, existen patrones comunes que muchos adolescentes presentan, como cambios en el estado de ánimo, especialmente tristeza, irritabilidad e indiferencia.
También manifiestan signos de depresión, ausencia de interés por actividades que antes sí lo generaban, ansiedad, trastorno bipolar o de personalidad, falta de control emocional o aislamiento social.
Además de las problemática de salud mental, vivir en entornos de violencia (físico, psicológica o sexual), abusar de medicación o sustancia tóxicas, perder a algún familiar por suicidio o tener antecedentes de autoagresión, son factores de riesgo que aumentan las posibilidades de un intento de suicidio, refirió Valdivia.
Otra señal de alerta es mediante la verbalización de la idea de una muerte inesperada, como decir que no le gusta la vida, que ojalá no estuviera en este lugar, que no le gustaría despertar. Es así como comunica su sufrimiento y que probablemente está pensando en suicidarse, aunque lo hace de manera ambigua por temor o vergüenza a ser juzgado.
¿Qué hacer ante la sospecha de un intento de suicidio?
Si identificamos alguna de las señales de alerta previamente descritas o cualquier otro indicio que nos haga sospechar que la persona podría optar por el suicidio, siempre debemos preguntar, incluso si parece exagerado, afirma.
Asimismo, remarcó que, cuando le preguntamos a alguien si piensa acabar con su vida, estamos mostrando un interés real por su sufrimiento, lo que permite tener una respuesta sincera y compartir la carga emocional.
Existen dos formas de preguntar:
- Si te sientes preparado emocionalmente, puedes preguntarle directamente: “Juan, ¿estás pensando en suicidarte?”
- Si preguntar de manera directa se te dificulta, la otra opción es: “María, otras personas que se sienten muy mal como tú podrían pensar en suicidarse. ¿Lo estás pensando tú ahora?”
Ambas formas de preguntar son igual de efectivas, solo debes decidir con cuál sientes mayor comodidad.
Independientemente de que el adolescente diga “sí” o “no”, le hemos preguntado porque nos damos cuenta de que está sufriendo. Por ello, en ambos casos, siempre debemos validar sus emociones. Los padres deben acompañar, escuchar y estar allí para lo que sea necesario, incluso para proponer ayuda profesional, comentó
“El apoyo de la familia debe complementarse con un tratamiento profesional que permita a la persona desarrollar estrategias para regular sus emociones, solucionar problemas, afrontar experiencias de trauma y todo lo relacionado a la crisis”, resaltó.
En caso de que la respuesta sea “sí”, tratemos de mantener un contacto visual cálido y una postura corporal que transmita empatía. Puedes seguir los siguientes pasos:
- Lamento mucho que te sientas así.
- Muchas gracias por confiar en mí para contármelo.
- Es normal que pienses en ello debido a lo que estás sintiendo.
- Está muy bien que me lo digas, pues yo realmente deseo ayudarte.
- ¿Qué podemos hacer en este momento para que te sientas mejor?
- Finalmente, recuerda escuchar con empatía, sin interrumpir y con interés genuino.
Mitos que debemos erradicar
Según el psicólogo clínico, una manera de prevenir el suicidio es desmintiendo ideas falsas o irrelevantes con respecto al suicidio. A continuación, los principales mitos que debemos erradicar:
MITO 1: Hablar de suicidio puede promover la idea de hacerlo
¡Falso! La persona que quiere suicidarse ya lo está pensando. Es imposible “implantar” una idea así. Por ello, lo mejor es preguntar de forma abierta y honesta para poder ayudar.
MITO 2: No quiere suicidarse, solo quiere llamar la atención. Lo mejor es no hacerle caso hasta que ‘se le pase’
¡Falso! Es mejor que “llame la atención”, pues así está comunicando que sufre. Una persona emocionalmente estable no busca “llamar la atención” con un intento de suicidio.
MITO 3: El suicidio es un acto de cobardía o valentía
¡Falso! Recordemos que la persona que piensa en suicidio sufre; por ello, esta discusión solo invalida su sufrimiento. Todas las personas que sufren merecen ayuda. La única etiqueta que se puede dar al suicidio es sufrimiento.
MITO 4: Si alguien se corta o hace daño a propósito es porque ‘está de moda’
¡Falso! Las personas que se agreden lo hacen para estabilizar emociones intensas que no pueden calmar de otra forma, es decir, lo hacen en un momento de crisis. Las autoagresiones pueden servir para disminuir las emociones, pero son extremadamente perjudiciales.
Es importante recordar que el Ministerio de Salud cuenta a nivel nacional con 1,043 centros de salud con servicios y profesionales de psicología, 208 Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC), 52 hogares protegidos y 30 hospitales con servicios de salud mental y hospitalización enfocados en la recuperación de la persona.
Si usted o un familiar necesitan orientación en salud mental llama gratis al 113 opción 5, o acércate al centro de salud más cercano.