Los daños que el consumo excesivo de sal puede ocasionar en un paciente con hipertensión arterial no es un mito y afecta a personas de todas las edades, advirtió el Seguro Social de Salud (EsSalud).
“La hipertensión arterial es una enfermedad frecuente en nuestro medio y, si no se controla adecuadamente, puede llevar a un infarto del miocardio o un accidente cerebrovascular”, indicó la doctora Patricia Recuay, médico internista del Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen de EsSalud.
Por ello, recomendó a los pacientes hipertensos reducir el consumo de sal, cumplir su tratamiento farmacológico, evitar la vida sedentaria y las cargas de estrés.
La especialista precisó que lo más saludable es consumir al día menos de cinco gramos de sal o 2000 miligramos de sodio, equivalente a media cucharadita de té.
“A pesar de que el paciente cumpla con seguir su tratamiento médico, realizar actividad física y reducir el estrés, la hipertensión no se va a controlar mientras siga recibiendo altos consumos de sal”, reiteró.
¿Cómo afecta el consumo de sal?
El alto consumo de sal incrementa la presión arterial y genera que las paredes de las arterias se pongan rígidas y duras, impidiendo el paso adecuado de la sangre.
Esto desencadena una desregulación en el metabolismo cerebral a través del incremento de la hormona vasopresina, que es la encargada de la contracción de los vasos sanguíneos y de ayudar a los riñones a controlar la cantidad de agua y sal en el cuerpo. El exceso de sal también puede estar asociado al cáncer gástrico.
La hipertensión arterial puede ocasionar daños en la circulación sanguínea y, por lo tanto, en el funcionamiento de determinados órganos como el corazón, la retina, riñones, vasos periféricos de miembros inferiores, entre otros.
Recomendaciones
La doctora Recuay brindó las principales recomendaciones para reducir el consumo de sal en nuestra alimentación:
- Evitar alimentos que contienen sal, como atún, aceitunas, conservas, kétchup, mayonesa, mostaza, entre otros.
- Verificar las etiquetas y optar por las opciones bajas en sal y sin sal agregada.
- Sazonar las comidas con saborizantes naturales como limón, pimienta blanca o negra, etc.
- En el caso de las carnes usar hierbas aromáticas, como el romero, el laurel, orégano.
- No consumir sazonadores artificiales, sopas en sobre, entre otros.
- No colocar saleros en las mesas.