La Comisión Multisectorial del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) acaba de cambiar el estado de “vigilancia” a “alerta de El Niño costero” sobre la probabilidad de que este año se manifieste un nuevo episodio de este evento en el Perú y estima que, de manifestarse, tendría magnitud débil.
De acuerdo al Comunicado N° 03-2023 del ENFEN, este nuevo pronóstico responde a cambios inusuales en el acoplamiento océano atmósfera en la región Niño 1+2, que incluye la zona norte y centro del mar peruano, lo que ha propiciado que el calentamiento esperado para marzo probablemente se extienda hasta julio, por lo pronto, con magnitud débil.
Explica que entre los factores que contribuyen al desarrollo del evento destacan, por un lado, la ocurrencia de anomalías de vientos del oeste en el Pacífico oriental asociados a la alteración de los patrones de circulación atmosférica en el Pacífico Tropical oriental, y, por el otro, el arribo esperado de un paquete de ondas Kelvin cálidas entre marzo y mayo, que mantendrían las temperaturas por encima de sus valores normales.
“Las temperaturas superficiales del mar en la región Niño 1+2, podrían ser superiores de 27 °C y 26 °C en marzo y abril, respectivamente, alcanzando valores entre 0,4 °C a 1,0 °C por encima de su valor normal, en promedio. Asociado a este calentamiento y de acuerdo al pronóstico estacional de precipitación vigente para el trimestre abril-junio de 2023, se prevén precipitaciones superiores a lo normal, determinadas principalmente por las lluvias en abril, en la costa norte y centro, así como en la sierra norte y centro occidental del país”, señala el comunicado del Enfen.
Sostiene que, para la región del Pacífico central, los modelos internacionales estiman que las condiciones neutras se mantengan hasta mayo y que luego podría generar una transición a condiciones El Niño. Recalcó que los pronósticos para más allá de otoño muestran una incertidumbre alta debido a la barrera de predictibilidad.
Lluvias intensas continuarán
El Enfen estima que, para lo que resta de marzo, se mantienen las condiciones favorables para la ocurrencia de lluvias de moderada a fuerte intensidad en la costa norte y en la sierra noroccidental. Para el mismo trimestre, las temperaturas máximas y mínimas se mantendrían sobre sus valores normales en la costa norte y centro el país, principalmente.
Alerta ante posibles desbordes e inundaciones
Por otro lado, en lo que resta de marzo se espera que los ríos desde Tumbes a Ica sigan manteniendo caudales con niveles de alerta ante posibles desbordes e inundaciones y los ríos de las cuencas del Apurímac, Urubamba y de la vertiente del Titicaca seguirían permaneciendo caudales por muy debajo de sus valores normales.
Mayor disponibilidad de jurel, caballa y bonito
En cuanto a los recursos pesqueros, el Enfen afirma que, de continuar las condiciones cálidas anómalas, se prevé que la anchoveta se repliegue a la costa y finalice el proceso de desove de verano del stock norte-centro.
Por otro lado, los recursos transzonales (jurel, caballa y bonito) presentarían mayor disponibilidad y accesibilidad a la pesquería. La merluza mostraría un desplazamiento latitudinal de su población al sur de la zona tradicional de pesca. Estos cambios dependerán de la intensidad y duración de las condiciones cálidas.
El Enfen recomienda a los tomadores de decisiones tener en cuenta los posibles escenarios de riesgo de acuerdo con el pronóstico estacional vigente para fines de reducción del riesgo de desastres.
La Comisión Multisectorial del Enfen continúa monitoreando e informando sobre la evolución de las condiciones oceánicas-atmosféricas y actualizando las perspectivas. Anuncia que, en vista de las condiciones presentes, el Enfen emitirá su próximo comunicado oficial el próximo 30 de marzo de 2023.
Concepto y características del Fenómeno El Niño
En primer término, hay que indicar que el concepto de Fenómeno El Niño se estableció a fines del siglo XIX e inicios del XX en referencia al calentamiento anormal de la costa norte peruana, asociado a la llamada “corriente del Niño”, y a fuertes lluvias asociadas.
Posteriormente, la comunidad científica internacional relacionó este calentamiento costero con un calentamiento más extenso en el Pacífico ecuatorial, así como las fluctuaciones de presión atmosférica entre el Pacífico oriental y occidental, dando origen al concepto de El Niño-Oscilación Sur (ENOS), un fenómeno donde la atmósfera y el océano actúan en conjunto.
Debido a la ambigüedad asociada a la definición de El Niño, el Comité Enfen introdujo dos nuevos conceptos que explícitamente diferencian las fluctuaciones de temperatura superficial del mar (TSM) frente al Perú y Ecuador de las del Pacífico central.
El primer concepto sostiene que El Niño costero se basa en el concepto original de El Niño y se define como presencia de la TSM por encima del promedio en forma persistente durante varios meses en la región del Océano Pacífico adyacente a la costa del norte del Perú y de Ecuador, principalmente.
Los mecanismos que lo generan ni los impactos en el país no son parte de la definición, pero este evento puede ocurrir asociado tanto como parte de ENOS, con alteraciones de gran escala del campo de presión atmosférica, vientos y ondas oceánicas en el Pacífico Ecuatorial, como debido a alteraciones en la circulación atmosférica localmente, en el Pacífico oriental. Puede estar asociado a lluvias muy fuertes en la costa norte durante el verano, pero no necesariamente y ocasiona impactos en el ecosistema marino, de acuerdo con su magnitud y persistencia.
Para identificar la ocurrencia y magnitud de El Niño costero en forma operativa, el Enfen creó el Índice Costero El Niño (ICEN), que consiste en la media corrida de tres meses de las anomalías mensuales de la TSM en la región “Niño 1+2”. Para calificar como El Niño costero, el ICEN debe exceder +0,4°C al menos durante tres meses consecutivos. La magnitud del evento puede ser débil, moderado, fuerte o extraordinario según los tres valores máximos del ICEN durante este.
En el año 2015, el Enfen implementó un Sistema de Alerta de El Niño Costero para alertar de la presencia de El Niño Costero más oportunamente, sin tener que esperar el cumplimiento del criterio anterior.
El segundo concepto se refiere a El Niño en el Pacífico central, que es más afín al concepto de ENOS y el Enfen utiliza el Índice Oceánico Niño (ONI en inglés) de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE.UU., basado en la TSM en la región “Niño 3+4” en el Pacífico central, para su identificación. Las fluctuaciones en esta región también son relevantes al Perú. Por ejemplo, en verano, “El Niño en el Pacífico central” tiende a reducir las lluvias en los Andes y la Amazonía peruana.
La versión opuesta de ambas definiciones de El Niño, es decir con condiciones más frías que lo normal, se denomina “La Niña”. Si la situación no corresponde ni a El Niño ni a La Niña, se denomina “neutro”.
En general, un evento específico puede ser una combinación de El Niño, La Niña o neutro en sus versiones costera y del Pacífico central. Por ejemplo, en el verano de 2017 se presentó El Niño costero y condiciones neutras en el Pacífico central, mientras que en El Niño 1982-83 y 1997-98 presentaron condiciones tanto de El Niño costero como de El Niño en el Pacífico central. Estas combinaciones y las magnitudes correspondientes tienen asociados diferentes impactos en el Perú.
¿Cómo se presenta El Niño en Perú?
Aunque se trata de un evento natural que siempre existió y que ocurre cada cierto tiempo en nuestro país con diversa intensidad, las investigaciones científicas mejor documentadas se refieren a los episodios ocurridos en los años 1982-1983, 1997-1998 y 2017, que tuvieron efectos más devastadores, sobre todo en las regiones de la Costa norte.
En cada uno de esos periodos El Niño costero provocó lluvias torrenciales prolongadas que generaron a su vez el incremento desmesurado y desbordes de los ríos, así como huaicos y deslizamientos que provocaron pérdida de muchas vidas y cuantiosos daños materiales expresadas en la destrucción de viviendas, colegios, establecimientos de salud y todo tipo de infraestructura vial; campos de cultivo inundados con pérdida completa de cosechas; enfermedades derivadas del desastre, entre otros efectos negativos.
El más reciente episodio de El Niño costero acontecido en 2017 dejó enormes secuelas negativas y, seis años después, continúan las intervenciones del Estado, gestionadas por la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) para atender a los damnificados y rehabilitar la infraestructura devastada por este fenómeno.
El Niño y el cambio climático
Expertos como Ken Takahashi, investigador científico principal en el Instituto Geofísico del Perú (IGP) y uno de los expertos más destacados en el estudio de El Niño a escala mundial, sostiene que no puede afirmarse que los eventos El Niño de 1997-1998 y El Niño costero de 2017 fueron extraordinarios en cuanto a sus indicadores por influencia del cambio climático.
Considera que recién se están comenzando a publicar investigaciones referidas a lo que se denomina “atribución”, es decir, detectar un cambio en la frecuencia de El Niño y, en adición, determinar si existe responsabilidad o no del cambio climático.
“Estadísticamente, es difícil hacer la atribución, ya que la señal del cambio climático es muy débil para afirmar que influye en El Niño, sobre todo si nos referimos al caso de eventos extremos. Los eventos El Niño en 1982-1983 y 1997-1998 fueron los más grandes registrados, pero fueron similares a El Niño en 1877-1878 en el siglo XIX. Por sí solo, esto no sería evidencia sólida para decir que la frecuencia de eventos extraordinarios de El Niño ha aumentado. La estadística es muy pobre”, describe Takahashi.
No obstante, sostiene que los impactos de El Niño sí pueden ser peores debido al calentamiento global, el cual es un síntoma del cambio climático. “Conforme el planeta se vaya calentando, si un evento El Niño en el presente produce un calentamiento de 1 °C en un año dado, en el futuro esa misma fluctuación, sumada al calentamiento global, alcanzaría mayores temperaturas, lo que produciría más impactos por golpes de calor, por ejemplo. También se espera que para un mismo calentamiento de El Niño se produzcan en el futuro lluvias mayores. En consecuencia, los impactos de El Niño podrían ser peores, aun cuando El Niño en sí como fluctuación no haya cambiado”, refiere Takahashi.
Por su parte, Ivonne Montes, también científica del IGP y miembro de la Red Global del Oxígeno Oceánico (GO2NE), iniciativa de la Comisión Oceanográfica Internacional de la Unesco (COI-Unesco), coincide con Takahashi y agrega que no se tienen investigaciones contundentes que permitan determinar en retrospectiva la influencia del cambio climático en eventos pasados de El Niño. “Lo que sí se tiene son las proyecciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas, cuyos modelos sugieren con confianza media que es posible que, en el futuro, se registren eventos El Niño más frecuentes y posiblemente se intensifiquen los peligros”, anota.
En ese contexto, Montes advierte el reto que supone para la ciencia establecer modelos que reflejen y pronostiquen las condiciones climáticas y, por supuesto, permitan pronosticar con mayor certeza la ocurrencia de El Niño. “Este es un evento que repercute en diversas zonas del planeta. Por ello, comprender su dinámica a escala global y regional es clave, y más aún en el contexto del cambio climático. Este es el reto que tenemos en el caso del Perú”, destaca.